lunes, 30 de noviembre de 2009

¨Los Cinco Antiguos Ritos Tibetanos Para La Eterna Juventid¨




Son cinco ejercicios sencillos que según los monjes del Himalaya ayudan a equilibrar las hormonas con lo que restablecen la juventud en el cuerpo.
Recomendaciones:
¿Cuántas Veces se ha de repetir cada ejercicio?
La primera semana deben repetirse tres veces.
Durante cada semana que siga, aumenta en dos las repeticiones, hasta que llegues a hacerlas 21 veces.
O sea:
1ª semana: 3 veces cada rito
2ª semana: 5 veces cada rito
3ª semana: 7 veces cada rito
En la 10ª semana los harás 21 veces.
Si el primer rito (giros) te cuesta mucho hacerlo y lo haces menos que los demás, no te preocupes: Hazlo tantas veces como te sea posible sin sentirte muy mareado.
Al final podrás hacerlo las 21 veces.
¿A qué hora del día se deben hacer estos ejercicios? Cualquier hora es buena para hacerlos. Y hay quien los hace dos veces al día: por la mañana y por la noche. Pero no es necesario. Los puedes hacer a la hora que mejor te venga.
Rito número 1:
El Primer Rito es muy sencillo. Se realiza con el objetivo expreso de acelerar los vórtices. Los niños lo hacen constantemente cuando juegan.
Todo lo que tienes que hacer es pararte erguido con los brazos extendidos hacia los lados del cuerpo (en cruz), de forma que queden en posición horizontal respecto al suelo. Luego gira hasta sentirte ligeramente mareado. Debes girar de izquierda a derecha, en el mismo sentido que las agujas de un reloj.
Al principio, la mayoría de los adultos podrán girar sólo media docena de veces antes de sentirse muy mareados. Si consideras necesario sentarte o acostarte para recuperarte, hazlo.
Así que los primeros días, deja de hacerlo cuando te sientas ligeramente mareado. Con el tiempo, a medida que vayas practicando los cinco ritos, irás haciendo más y más giros sintiendo menos mareo.
También puedes hacer lo que hacen bailarines y patinadores artísticos para evitar el mareo: antes de empezar el primer giro, fija un punto exactamente frente a ti. Cuando empieces a hacer el primer giro, continúa con la vista fija en ese punto mientras te sea posible. Luego tendrás que perderlo de vista, para que la cabeza pueda girar con el resto del cuerpo. Haz girar la cabeza muy rápido y vuelve a enfocar el punto.
Rito número 2:
Tiéndete sobre el suelo boca arriba. Es mejor acostarse sobre una alfombra gruesa o sobre algún tipo de superficie acolchada.
Completamente estirado sobre tu espalda, extiendes los brazos a lo largo del cuerpo, poniendo sobre el suelo las palmas de la mano, con los dedos bien unidos.
Luego levantas la cabeza y aprietas la barbilla contra el pecho. Una vez hecho esto, levanta las piernas sin flexionar las rodillas hasta alcanzar la posición vertical.
Puedes dejar que las piernas se deslicen hacia la cabeza, pero no dejes que se te doblen las rodillas.
Entonces baja lentamente la cabeza y las piernas sin doblar las rodillas, hasta tocar el suelo. Deja que todos los músculos se te relajen, y luego repite el rito.
Con cada repetición se debe establecer un ritmo de respiración. Aspira profundamente mientras levantas las piernas y la cabeza. Expira todo el aire mientras las bajas. Cuando estés en posición de relajación, continúa con este ritmo. Mientras más profundamente respires, mejor.
Si al principio no eres capaz de mantener las piernas estiradas, deja doblar las rodillas lo que necesites. Pero esfuérzate por intentar estirarlas.
Rito número 3:
El Tercer rito debe practicarse inmediatamente después del segundo. También es muy sencillo.
Todo lo que necesita hacer es ponerse de rodillas sobre el piso manteniendo el cuerpo erguido. Las manos deben ponerse sobre los músculos de los muslos.
Entonces inclinas la cabeza y el cuello hacia delante, apretando la barbilla contra el pecho. Luego tiras de la cabeza y el cuello hacia atrás tanto como te sea posible, y al mismo tiempo te inclinas hacia atrás arqueando la columna, manteniendo las manos sobre los muslos.
Después volverás a la posición original y comienzas el ejercicio nuevamente.
Debes establecer también un ritmo de respiración: aspirarás profundamente cuando arquees la columna y expirarás cuando regreses a la posición original. La respiración profunda es la más beneficiosa, así que toma todo el aire que te permitan tus pulmones.
Rito número 4:
La primera vez que se practique este rito puede parecer muy difícil, pero al cabo de unos días será tan fácil como el resto.
Primero, siéntate sobre el suelo con las piernas estiradas hacia delante, con una separación entre los pies de 12 pulgadas aproximadamente. Con el torso erguido, coloca las palmas de las manos sobre el suelo de manera que queden al lado de tus glúteos. Aprieta la barbilla contra el pecho.
Luego echas la cabeza hacia atrás lo más posible, a la vez que levantas el cuerpo de manera que las rodillas se doblen mientras los brazos permanecen rectos. El torso quedará en línea recta con los muslos formando un plano horizontal con respecto al suelo. Los brazos y las piernas se mantendrán rectos, perpendiculares al suelo. Después tensa todos los músculos del cuerpo.
Finalmente, relajas los músculos mientras vuelves a la posición original de sentado y descansas antes de repetir el ejercicio.
Una vez más, la respiración es muy importante: aspira profundamente mientras levantes el cuerpo, contenla mientras tenses los músculos y expira completamente mientras bajas. Sigue al mismo ritmo cuando descanses entre repeticiones.
Rito número 5:
Coloca el cuerpo boca abajo y sostenlo con las palmas de las manos. Los dedos de los pies déjalos flexionados para hacer este ejercicio. Tanto las manos como los pies los debes colocar a cierta distancia entre sí. Los brazos y las piernas los mantendrás rectos.
Comienza con los brazos perpendiculares al suelo y la columna arqueada de forma que el cuerpo quede flexionado. Tira de la cabeza hacia atrás lo más posible. Después flexionas el cuerpo a la altura de las caderas y lo colocas en forma de V invertida. Al mismo tiempo, echa la barbilla hacia delante oprimiéndola contra el pecho.
Después vuelve a la posición original y repite el ejercicio.
A finales de la primera semana, generalmente las personas consideran este rito uno de los más fáciles de hacer. Cuando lo dominas, dejas caer el cuerpo desde la posición alta hasta un punto muy próximo al suelo, sin llegar a tocarlo. Tensa los músculos un momento, tanto en la posición alta como en la baja.Sigue aplicando el mismo patrón de respiración. Aspira profundamente cuando levantes el cuerpo y exhala totalmente mientras lo bajas.

martes, 10 de noviembre de 2009

lunes, 9 de noviembre de 2009

Tantrismo y Alquimia - El Sexo -






Finalmente, la alquimia parece haber conocido un erotismo sagradocuriosamente similar al del Tantrismo. La cosmología hermética esta íntimamente relacionada en este ámbito, pero de un modo que es muy difícil de establecer con precisión, a las
prácticas del "amor cortesano", al "amor provenzal", y finalmente a las que la caballería heredó de las antiguas sociedades pastoriles de occidente a través de la iniciación de hombres jóvenes y que implicaba un simbolismo "ctónico" y "femenino" de la divinidad. Así, aparte de la sociedad patriarcal de la Edad Media, que
enfatizaba principalmente la función biológica del matrimonio y que vio en la perpetuación de la especie la excusa para pecados de la carne, sobrevivieron tradiciones más primordiales: una que enfatiza el simbolismo positivo del amor y lo reviste
con el propósito de regeneración espiritual. Parece que debe haber existido un matrimonio alquímico consagrado a la consecución de la Gran Obra y que es similar al matrimonio Tántrico del Tíbet, cuya meta reconocida no es la procreación de niños
sino la iluminación.
Son frecuentes las alusiones a la sonor mystica, a la "consorte de servicio", en los textos de alquimia; todas las operaciones representadas en el MUTUS LIBER son realizadas por una pareja que al final es transfigurada en el HIEROGAMOS del Sol y La Luna; por otra parte, varios textos mencionan que es necesario el esfuerzo combinado de un
hombre y una mujer para la consumación de la obre; finalmente la casi mítica renovación de Nicolás Flamel y de la Dama Pernelle enfatiza la importancia acordada por los alquimistas al matrimonio espiritual. De hecho es claro que el amor humano podría ser expandido por las ideas alquímicas acerca de la sexualidad cósmica(y quizás, secretamente, acerca de la ¨sexualidad" divina). Es también claro que el deseo, experimentado en desapego e inocencia podría ayudar al "hombre rojo" y a la
"mujer blanca" a capturar en su fuente misma la femineidad de la "materia". Para la cristiandad occidental el amor puede, a lo más, ser santificado. Para la alquimia, podía
tornarse santificante. Esta unión al servicio de la obra no era fácil. Ella implicaba tres requerimientos: El primero parase haber sido una pureza no comprometida y una "sensibilidad espiritual extrema", de modo que el placer nunca se cerrase sobre sí
mismo sino que pudiera despertar un amor que se expandiese más y más y se
tornase menos y menos individual.
Siguiendo el esquema platónico usado a menudo por la alquimia como también por los
trovadores, tal amor lleva de la belleza del cuerpo a la del alma, y, finalmente, es reabsorbido en "el amor de Dios quien creó la belleza". Así "la unidad de todos los estados del amor" pudiera llevar del abrazo que ciegamente transmite MORT(muerte)al
A-MORS (sin-muerte), el que, siguiendo el profundo juego de palabras de las "cortes de amor", despierta el sentimiento de la eternidad. El segundo requerimiento era por
tanto trasponer este amor en amor cósmico. Al final, no era más este hombre
o aquélla mujer sino el Sol y la Luna que se unían "para dar nacimiento a Dios". "En esta segunda operación", escribió Flamel a un pintor que había ilustrado uno de sus trabajos, "Ud. tiene que juntar las dos naturalezas, la masculina y la femenina y
tiene que desposarlas. . . esto es, ellas no forman sino un solo cuerpo, que es el andrógino o hermafrodita de los antiguos. El hombre como ha sido dibujado aquí ciertamente se me parece hasta el último detalle, y la mujer representa a Pernelle en una
manera vívida. El pintor tenía solamente que representar lo masculino y lo femenino pero le complació dibujarnos aquí como ellos".
Así "el hermafrodita" es la meta, esto es, el secreto origen que impulsa al hombre y a la mujer mútuamente, así como en las doctrinas orientales el niño deseando nacer los reúne en unión puramente carnal. De modo de preparar este "pasaje al final", el
matrimonio alquímico no era presentado como una mera fusión, sino como un encontrarse cara a cara lentamente transformado por el "arte" en una unión de complementarios. El tercer requerimiento, la unión de complementarios, relaciona los pasos del trabajo alquímico a las relaciones del hombre y la mujer: la
"disolución" de lo negativo masculino en lo positivo femenino, la "fijación" de lo negativo femenino por lo positivo masculino. Sin embargo, se trata aquí menos de una cuestión de fases sucesivas que de una constante interacción que logra más y más
"cristalizaciones" nobles de amor, hasta que se logra la transmutación final. Esta interacción es la clave para la "operación con dos vasos" entre los cuales debe de tener lugar una circulación vivificante y perfectamente recíproca: estos "gemelos"(Gemini)estaban arreglados de modo tal que el producto destilado de cada uno, su ángel, pudiera verterse de modo de purificarlo en la parte opaca del otro. Un intercambio creador que también parece haber constituido uno de los fundamentos
del amor provenzal: "Todo tiene lugar", escribe R. Nelly, "como si la erótica provenzal hubiera tratado de injertar en el hombre la cualidad ‘dominante’ de la mujer: cariño por el cuerpo, ’piedad’; y en la mujer el coraje y la virtud masculina. Este injerto, el
cual busca que actualizar el andrógino en cada cual, es maravillosamente simbolizado por dos miniaturas en un manuscrito del siglo XV que Jung ha reproducido en su obra "Psicología y alquimia": durante la "mortificación" que es una preparación para el
matrimonio y que toca a ambos sexos simultáneamente, el árbol de la vida es
visto crecer del vientre del hombre y de la cabeza de la mujer; como si el hombre, para llegar a ser merecedor de una unión auténtica tuviera que despertar la parte femenina en sí mismo, tuviera que renunciar al razonamiento de la cabeza para sentir el
movimiento de sus entrañas; y como mujer tenía que despertar su parte masculina liberándose del despotismo sensual y maternal de su vientre con el fin de tomar parte lúcidamente en la vocación del hombre. Finalmente, puede ser que los alquimistas
conociesen no solamente del matrimonio propiamente dicho, sino de ciertas "técnicas" eróticas similares al Tantrismo y dirigidas a despertar la energía del sexo sin permitirle ser desgastada en la emisión seminal. Los textos presentan a menudo el símbolo grecorromano de la "Diana desnuda" al cual relacionan al alma del mundo, la visión de la cual es la meta del "trabajo en el blanqueado". Ahora sabemos que el "amor puro",
medieval que es el amor sin unión carnal, incluía la contemplación de la
Dama desnuda. Como en el tantrismo donde la denudación de la virgen "simboliza" purificación, donde las prendas representan aquí las apariencias exteriores. Esta práctica
implicaba una total sublimación: los textos predecían que el profano que se atreviese a mirar a "Diana desnuda" con ojos de deseo correría el destino de Acteón, transformándose en un animal que sería devorado por los perros. Finalmente, la alquimia pudiera haber empleado un MAITHUNA, esto es una unión sexual ritual en la
cual la esperma, en el momento de la emisión es abruptamente retenida y debe "reascender", de modo que la concentración más elevada de vida, la cual ella contiene, pudiera entrar inmediatamente en el plano psíquico y provocar un shock
liberador.
En un texto hermético-cabalístico el Asch-Mezareph, hallamos una referencia a un procedimiento de este tipo en la referencia al simbolismo bíblico del lanzamiento
del arma de Phineas: "La lanza penetra al mismo tiempo al Israelita solar y
al medianita lunar en el momento de su unión en el Locis Genitalibus. . . El punto de fuerza del hierro, actuando sobre la materia la limpia de toda su contaminación. Aquí el
Israelita no es otro que el azufre masculino y la medianita debe ser entendida como agua. . . la lanza de Phineas no sólo mata el azufre masculino sino también mortifica a su esposa; y juntos son transmutados al mezclar su sangre en un singular acto de generación: Es entonces que los milagros de Phineas empiezan".


Notas sobre LA ALQUIMIA , el Yoga cosmológico de la cristiandad medieval

domingo, 1 de noviembre de 2009