martes, 18 de mayo de 2010

El Lóbulo Frontal y La Meditación




El Lóbulo Frontal nos distingue de las demás especies por el tamaño. Representa un 40% del cerebro. El lóbulo frontal decide la acción. Esto debido a la atención o propósito, que es lo que se desarrolla por medio de l a actividad del mismo.

A mediada que desarrollamos la atención y la observación podemos comprender la realidad que generamos, y esto es posible debido a la capacidad del lóbulo frontal para interpretarla y direccionala.

La Atención, nos permite desarrollar el arte de la meditación para concentrarnos desde nosotros mismos. Y así ser observadores de la misma sin interferencias del entorno. Como la atención y la observación es una habilidad, es posible desarrollarla mediante la práctica. De esta manera cambiamos el funcionamiento del cerebro. Ya que las partículas subatómicas y las más grandes, responden según nuestro a capacidad de observar.

El lóbulo frontal comienza a desarrollarse por medio de la atención, y es aquí, cuando al concentrarnos en esta práctica el lóbulo frontal aumenta su actividad y se enciende. Lo cual nos permite la comprensión de la realidad trascendiendo los límites del entorno. Es decir desde uno.

La práctica es lo que hace posible que uno sea conciente del sentido de esta técnica y el beneficio que la misma nos otorga. No solo a nivel físico y orgánico, sino también, para permitirnos comprender la realidad, interpretarla y modificarla por medio del cambio de las propias actitudes.

Los seres humanos no dominan aun la capacidad de desarrollar el lóbulo frontal. Y de hecho, es el paso necesario para la evolución inmediata del mismo. Es decir, su desafió, su trascendencia es darse cuenta del sentido del mismo en el cerebro y de la posibilidad que el mismo otorga para generar un cambio evolutivo provechoso.

Entonces al practicar el arte de la meditación, desarrollamos la atención, la concentración y comenzamos a ser observadores de la realidad. Y su mayor ventaja, es la de ser dueños de la manera de interpretar la vida, los sucesos y principalmente las actitudes que generamos y que crean nuestro medio, externo e interno. Ya que el medio, es uno, y nos muestra el estado de nuestros pensamientos. Y si este se presenta disperso, es que aun nos falta concentrarnos en nosotros mismos para estar atentos a las propias actitudes y ver con amplitud la realidad, y de esta manera comprender el entorno y su sentido simbólico para nuestro crecimiento individual. El lóbulo frontal nos muestra desde lo simbólico la posibilidad de evolucionar mediante la habilidad de observarnos.

La actitud que nos muestra hoy gran parte de nuestra realidad humana. Nos lleva a pensar que la no utilización adecuada del lóbulo frontal por desconocimiento, e incluso la influencia del entorno sobre este. Generaron en la humanidad un desarrollo escaso del mismo y por ende, una manera automática de vivir. Que simbólicamente nos muestra una actitud continua de distracción del propio ser individual, el cual debido a esto actúa conforme la ¨ distracción del entorno ¨ y no recuerda que es el dueño de su propia evolución. Mas aun, no conoce su propio cerebro, el cual simbólicamente le muestra esta posibilidad.

Aprender es la posibilidad de cambiar nuestras actitudes por medio de la comprensión que permite la observación desde uno mismo. Ser observadores de la realidad, nos permite estar atentos, concentrados en nosotros mismos, sin caer en la trampa de la creencia externa, lo cual crea la dualidad. Es decir la interpretación de afuera y adentro como algo independiente de uno mismo.

Dar un paso al frente de nosotros mismos, y observarnos en cada momento es lo que integra el Arte de Meditar. Es lo que permite ser verdaderos artistas de nuestra realidad desde el único lugar posible para crear sin interferencias, uno mismo.
...por Andrea Fabiana Marqués.

sábado, 1 de mayo de 2010

¨ Zen Y La Crisis De La Cultura Occidental ¨




Vengo insistiendo desde hace tiempo en que por detrás de la crisis actual económico-financiera actual hay una crisis de paradigma civilizatorio. ¿De qué civilización? Se trata obviamente de la civilización occidental, que a partir del siglo XVI fue mundializada por el proyecto de colonización de los nuevos mundos.Este tipo de civilización se estructura en la voluntad de poder-dominación del sujeto personal y colectivo sobre los otros, los pueblos y la naturaleza. Su arma mayor es una forma de racionalidad, la instrumental-analítica, que compartimenta la realidad para conocerla mejor y así someterla más fácilmente.
Después de quinientos años de ejercicio de esta racionalidad, con los innegables beneficios que ha traído y que encontró en la economía política capitalista su más cabal realización, estamos constatando el alto precio que nos ha hecho pagar: el calentamiento global, inducido en gran parte por el industrialismo sin límites, y la amenaza de una catástrofe previsible ecológica y humanitaria.Estimo que todos los esfuerzos que se hagan dentro de este paradigma para mejorar la situación serán insuficientes.
Serán siempre más de lo mismo. Tenemos que cambiar para no perecer. Es el momento de inspirarnos en otras civilizaciones que ensayaron un modo más benevolente de habitar el planeta. Lo que fue bueno ayer, puede valer también para hoy.Tomo como una de las referencias posibles el zenbudismo. Primero, porque ha influenciado todo el Oriente. Nacido en la India, pasó a China y llegó a Japón. Después, porque ha penetrado ampliamente en estratos importantes de Occidente y de todo el mundo.
El Zen no es una religión. Es una sabiduría, una manera de relacionarse con todas las cosas de tal forma que se busca siempre la justa medida, la superación de los dualismos y la sintonía con el Todo.Lo primero que hace el budismo zen es destronar al ser humano de su pretendida centralidad, especialmente del yo, núcleo básico del individualismo occidental. Él nunca está separado de la naturaleza, es parte del Todo. En seguida, procura una razón más alta que está más allá de la razón convencional. Se niega a tratar la realidad con conceptos y fórmulas. Se concentra con la mayor atención posible en la experiencia directa de la realidad tal como la encuentra.«
¿Qué es el zen?» preguntó un discípulo al maestro. Y éste respondió: «las cosas cotidianas; cuando tienes hambre, comes, cuando tienes sueño, duermes». «¿Pero no hacen eso mismo todos los seres humanos normales?» -atajó el discípulo. «Sí» ―respondió el maestro― «los seres humanos normales cuando comen piensan en otra cosa, cuando duermen, no pegan ojo porque están llenos de preocupaciones». ¿Qué significa esta respuesta? Significa que debemos ser totalmente uno en el acto de comer y totalmente entregados al acto de dormir. Como ya decía la mística cristiana Santa Teresa: «cuando gallinas, gallinas, cuando ayuno, ayuno». Esta es la actitud zen. Empieza por hacer con la máxima atención las cosas más cotidianas como respirar, andar y limpiar un plato. Entonces ya no hay dualidad: estás todo tú en todo lo que haces. Por eso, obedece a la lógica secreta de la realidad sin la pretensión de interferir en ella. Acogerla con el máximo de atención nos hace integrados porque no nos distraemos con representaciones y palabras.Esta actitud le ha faltado al Occidente globalizado.
Estamos siempre imponiendo nuestra lógica a la lógica de las cosas. Queremos dominar. Y llega un momento en que ellas se rebelan, como estamos constatando actualmente. Si queremos que la naturaleza nos sea útil, debemos obedecerla.No dejaremos de producir y de hacer ciencia, pero lo haremos con la máxima conciencia y en sintonía con el ritmo de la naturaleza. Orientales, occidentales, cristianos y budistas pueden usar el zen de la misma forma que peces grandes y pequeños pueden morar en el mismo océano. Es otra forma de vivir que puede enriquecer nuestra cultura en crisis.



por Leonardo Boff